
Dhorpatan , el último shikar
Tras el baral azul y el thar por las laderas del Himalaya
Cadena Montañosa: Cordillera del Himalaya
Zona: Gustum
Altura: 4001 - 4500
Organizador: Open Nepal Wildlife Safari & Trek
Eduardo Martin
Por fin llegó después de dos años esperando a tener licencia. Aquí estoy subiendo al avión con destino a Katmandú, haciendo escala en Estambul en Turkish Airlines.
Empezamos con suerte en el aeropuerto: al pagar la tasa del rifle, me cuelan toda la cola y facturo sin problemas.
Llegada a Katmandú y de locura el aeropuerto: 3 horas para llegar a la zona de recogida de las maletas, pero con satisfacción al ver al contacto nepalí con mi rifle y mis balas. Esperamos un poco y llega la maleta.
Voy a cazar junto a otro cazador que va acompañado con su orgánico y traductor. Nos trasladan a un hotel, cena y a dormir.
Al día siguiente desayunamos y traslado al aeropuerto a coger el helicóptero destino a la reserva de caza de Dhorpatan. Tenemos problemas con el helicóptero por el peso y finalmente volamos en dos para evitar complicaciones.
Llegada a la reserva después de un vuelo apasionante entre valles y montañas y con alguna duda por las nubes bajas, pero finalmente aterrizamos sin problemas.
En el mismo sitio donde aterrizamos estaba montado el campamento. A la llegada, unas niñas locales nos hicieron una ofrenda con collares de flores y nos rezaron algo, pusieron arroz en la frente. Comprobamos rifles, cenamos y a la cama.
Nos despertamos pronto y salimos de ruta hacia el siguiente campamento, metido más en la reserva. Pasamos de 3200 m (donde aterrizamos con el helicóptero) a 3800 m. La excursión duró más de 8 horas para arriba y para abajo, haciendo 12.000 pasos en 8 horas. Imaginad el nivel de inclinación: una paliza. Pero lo que es inhumano es ver a los pobres sherpas llevando 30-40 kilos cada uno, además de 6 mulos de carga.
Llega la cena y el otro cazador empieza a ponerse nervioso por cazar juntos. Parece ser que no lo sabía y no quiere cazar a la vez porque se puede plantear un problema de quién tirar, e insta al organizador a hacer planes por separado al día siguiente.
Me piden que le ceda cazar primero el blue sheep que habíamos visto por el camino con el telescopio, y yo el Thar. Y acepto, aunque no de buen grado, por la falta de educación en el planteamiento.
Al día siguiente, primer día de caza, y empezamos la ascensión en busca del Thar del Himalaya en las zonas más boscosas, por cierto, maravillosa la vegetación. El día anterior en el traslado disfruté del bosque nepalí, tan diferente al nuestro, lleno de rododendros (aunque ahora no tienen flor), bambú y grandes acebos diferentes a los nuestros, con tronco de roble y unos cedros que parecían hechos de papel con unas telarañas vegetales que daban un ambiente siniestro, además de grandes coníferas salpicadas con elegantes musgos y líquenes que daban color a los troncos oscuros y a las rocas armonizando el paisaje.
Seguimos ascendiendo sin ver ningún Thar y localizamos varios grupos de blue sheep y decidimos ir a por uno que, en la distancia, parecía un gran trofeo.
4 horitas de ascensión llegando a los 4100 m y salta el guía que no llegamos, que no tenemos tiempo. Y vuelta al campamento. Qué menos mal lo habían subido a una nueva ubicación más alta. Lo habían montado en un río en la base de la montaña, ahorrándonos 1 hora de bajada y dos de subida.
La cacería, no obstante, aunque bastante física debido a la inclinación de las ascensiones, me está encantando. No está siendo en principio peligrosa, ya que el tiempo está muy bien y el suelo está duro, lo que resulta más fácil caminar. Me están viniendo muy bien unos bastones que me han regalado mi hija Roseta y su novio Pablo.
Cena y a la cama, a ver si mañana tenemos más suerte. El búlgaro no cazó tampoco nada.
En cuanto a las comidas, son tan exigentes como la cacería: infumables. Huevos duros, patatas cocidas y guiso de carne seca, que hoy me la he saltado por unos espaguetis cocidos con queso. Soñando con la comida de casa.
Pero es cierto que las vivencias son irrepetibles. Te llaman la atención muchísimas cosas. Claro, no todo el mundo las soportaría.
Hoy estaban cocinando las patatas y los locales se beben el agua de cocer las patatas. O sea, agua caliente con algo de sabor.
También ver el calzado que llevan en la montaña los locales: zapatillas de deporte. Y van como gacelas. Te deja un poco acomplejado, aunque la verdad es que me siento fuerte y, salvo un poco de dolor de rodilla, voy estupendamente. Al búlgaro lo tengo quemado. Tiene 6 años menos y le paso por encima.
Segundo día de caza, cuarto día de viaje:
Salimos al amanecer en busca del Thar del Himalaya, ya que le había dejado cazar primero al búlgaro. A la hora de subida nos anuncian que hay varios blue sheep buenos y que subamos hacia ellos. Cuando llegamos, ellos ya habían tirado y cobrado uno bastante bueno.
En fin, seguimos cazando y disfrutando de esta cacería tan maravillosa.
Hasta los 4000 m se anda por senderos de cabras que son muy exigentes en lo físico, pero sin dificultad. De 4000 a 4500 m la película es otra: ya no es un problema físico. El andar se vuelve muy técnico. Tienes que estar súper concentrado para no cometer ningún fallo y, por supuesto, intentar hacer lo que hacen los locales, que en mi caso están muy atentos conmigo. En un símil deportivo, podríamos compararlo con un fuera de pista en el esquí.
Seguimos subiendo y vemos varios grupos sin ningún animal interesante. Llegamos a la cima, 4500 m, y aparece un paisaje impresionante con montañas cubiertas de nieve entre los 6000 y 7000 m. Todo un privilegio poder ver y disfrutar de este paisaje. Estoy en el paraíso.
Seguimos cazando y vemos un macho con el cuerno roto y a bastante distancia, con gran dificultad, y decidimos dejarlo. Comienza a caer la tarde y las nubes nos dejan sin vistas y decidimos volver al campamento.
La vuelta ha sido criminal. Hemos tenido que pasar por unos pasos muy complicados y me he llevado mi primer susto al pasar por un risco: he perdido el apoyo y me he quedado colgando de un brazo. La sensación ha sido horrible. Menos mal que me han asistido, porque si llego a estar solo, me hubiera dado un buen trompazo.
Por fin, y ya con poca luz, hemos llegado al campamento agotado, pero muy satisfecho por lo vivido.
Me he lavado, he comido un poco y me voy al saco. A ver mañana si tengo más suerte.
Por cierto, el trofeo del búlgaro: precioso, un animal de 10 años, grueso.
Tercer día de caza:
Nos levantamos a las 4:30 h, una hora y media antes de amanecer. Tengo calambres en las piernas, pero espero mejoren cuando se calienten las piernas.
Hacemos una primera ascensión de noche con linterna y llegamos a la primera cumbre en hora y media.
El paisaje es precioso. Como la noche estuvo despejada, había caído una helada que cubría toda la hierba.
Empezamos a remontar entre dos laderas, y una estaba blanca y la otra color paja, delimitando nuestro ascenso.
A las tres horas de subida ya estábamos casi donde lo dejamos ayer. Hoy parece que van con la quinta puesta, no hacen ruido y además se han traído portador con cesta para la carne. Esto promete.
Al rato veo a los guías con movimientos diferentes, parece que han visto algo me dan el rifle y mi sorpresa es que la torreta del visor marcaba 7 en vez de 0 se había movido y mi dilema para donde giro para la derecha o para la izquierda, la pongo en 0 y me aproximó a Manaraj que me indica un Blue Sheep que valía, aunque no era un gran trofeo a 200m lo meto en el visor corrijo la torreta a 200m y pumb a criar.
Me quiero morir después del palizón de la ilusión que tenía por cazar un Blue sheep y lo fallo, los guías me animan a seguir y me prometen más oportunidades.
Pero me empiezo a comer el coco con la torreta y en una de las paradas le doy para la derecha y veo que tiene mucho recorrido le doy para la izquierda y llego al tope lo vuelvo a poner en cero girando una vuelta y lo compruebo a la vieja usanza a ojo por el cañón y aparentemente en 0 estaba en el centro, rezo un padre nuestro un ave maría y seguimos cazando. No podía tirar para comprobar el rifle donde estábamos porque estábamos en lo más alto.
Continuamos y ya no se podía subir más, estábamos en el límite de la zona de caza de Gustum a 4550m y Manaraj ve un grupo de animales y pasamos casi una hora observándolos a unos 500m, no nos podíamos mover porque una hembra nos miraba y estos bichos son muy salvajes a la mínima huyen y los pierdes.
Al cabo de una hora nos arrastramos hasta fuera de su visual y comenzamos el acecho, nos metemos en unas torrenteras súper inclinadas y nos ponemos a 150m me asomo y el más aparente estaba tumbado mirándonos me dicen que lo tire cuando se levante, imagínate cómo lo falle, se levanta y
se pone de frente y me dicen no lo tires y mirándome, dándome el pecho bien apoyado y me digo si lo fallo es el rifle y pumb, esta vez sí le dí, corre y se mete en la torrenterra me dicen que está pegado qué no tire más.
Bajamos y allí estaba todavía vivo y le remato.
Me parece qué estoy soñando me embarga una alegría increíble, por todo lo vivido, por la espera de hacer el viaje,
por el esfuerzo, por el cansancio, por la vivencia.
El trofeo es precioso tiene 9 años muy bien formado, no es el soñado pero es mi trofeo, el qué me ha dado la montaña, la cacería a superado con creces mis sueños.
Fotos risas comemos algo por cierto rico el taco de campo y vuelta al campamento, qué me dicen qué llegaremos casi de noche unas cuatro horas de vuelta "madrecita".
La vuelta dura no durísima pasando por barrancos peligrosos y qué nunca acababan. Para colmo empieza a granizar de manera leve pero molesta.
Al llegar al campamento estaban esperando todo el equipo a recibirme con un aplauso y vítores, uno a uno me fueron dando la enhorabuena, y se pone a granizar fuerte nos refugiamos en la tienda comedor y se pone a llover y a granizar a lo bestia los pobres qué traen el animal a cuestas entero se van a empapar.
Por fin llegan cenamos y me dicen qué mañana no cazo y que descanse, qué alegría. Mañana cazara el Thar el búlgaro y yo descanso.
Cuarto día de caza: hoy me he levantado me he aseado y desayunado me he ido a dar un paseo sólo con mis prismáticos buscando un buen sitio dónde pasar la mañana, cómo muchas veces disfrutando del silencio, sólo perturbado por el sonido continuo del agua o por algún cuervo advirtiendo de mi presencia.
Mis pensamientos se van a España acordándome de mi familia de mi mujer mis hijas, nietas y Edu una gran familia qué me hace emocionarme en este entorno tan maravilloso.
Tan bien recuerdo el lance del día anterior volviéndolo a revivir en mi memoria donde siempre quedará archivado.
Regreso al campamento con una gran paz interior habiendo disfrutado de la soledad el silencio y lo del esfuerzo lo dejo para otro día qué ya tengo el premio del esfuerzo conseguido.
Cambiamos al segundo campamento algo más bajo 3200m para continuar cazando el Thar al día siguiente.
Bajamos y esperamos la llegada del Búlgaro qué está en la montaña. Por fin llega exhausto pero con un Thar bastante pequeño pero contento porque estaba a punto de tirar la toalla, ya qué no se encontraba nada bien comienza a llover una gran tormenta.
Buena cena a base de macarrones y pizza de atún para reponer fuerzas y a la cama, no deja de llover, no duermo nada porque no respiro bien, estoy algo congestionado y me falta el aire, se nota la altura.
Quinto día de caza: decidimos no cazar por riesgo a una caída, el terreno con la lluvia se ha puesto feo.
El Búlgaro se pone nervioso y la monta para volverse a su país y convence a volverse al primer campamento para organizar qué vuelva el helicóptero. Nos deja el campamento con la mitad de personal y la gente con mal rollo.
Cómo tenemos bastante carne pues a comer y cenar carne con patatas. Se pone otra vez a llover, terminamos el día los pocos qué somos entorno al fuego.
Sexto día de caza:
Anoche he pasado otra noche fatal, no podía dormir, me faltaba el aire y me agobié mucho, la altura no perdona y también la tienda cerrada limita mucho el dormir, he abierto la puerta de la tienda y terminé durmiendo algo.
Salimos una hora antes del amanecer cruzando barrancos, arroyos, torrentes y empezamos a subir por una vereda entre la vegetación. Por fin se hace de día y ya podemos apagar las linternas.
Cuando llevamos tres horas vemos en frente a varios kilómetros un macho de Thar precioso con su melena moviéndose al viento y cómo tendríamos qué volver lo andado y subir cómo cuatro horas seguimos cazando y lo dejamos para mañana en el caso de no ver hoy nada.
Seguimos una hora y el hijo de Manaraj qué se había subido a un pico nos hace señas qué subamos, en lo más alto a gatas y asistido por el tío de Manaraj qué debe tener ochenta años. Luego me dijeron qué tenía cuatro más qué yo. Poco a poco y a cuatro patas en una hora llegamos a lo alto.
Me dicen qué hay un macho grande con hembras y uno pequeño en el barranco hacia abajo a unos 120m, me asomo al barranco en vertical y veo una hembra y una cría pero no veo el macho, miro con los prismáticos y por fin veo al macho en la peor situación, totalmente en vertical. Lo pongo en la cruz, tiro y seco, abrazos, besos y a esperar a qué vengan refuerzos para sacar del barranco el animal, qué es precioso. Es un regalo de la montaña de despedida, un animal viejo de 14-15 años, una maravilla. Fotos y abrazos con todo el personal, me dicen qué soy una persona muy afortunada y creo qué tienen razón. He completado un sueño, el sueño de una vida.
He completado la cacería más exigente y más bonita qué he hecho en mi vida.
Vuelta al campamento y mañana ruta al primer campamento, otra palicita de la buena, siete horas. Allí nos viene a buscar el helicóptero destino a Katmandú. Al llegar al primer campamento allí estaban los búlgaros sin poder haber ido a Katmandú por falta de helicóptero, mañana ya viene y nos saca de la montaña pero no a Katmandú sino a una ciudad intermedia, allí cogeremos un vuelo a Katmandú, intentaré cambiar billetes y volver con la familia qué deseando estoy.
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